Innovación en terapias alternativas
En las últimas décadas estamos presenciando un progresivo envejecimiento de la población a nivel mundial, constituyendo un gran logro de la humanidad al encontrarse asociado al aumento de la calidad y esperanza de vida. No obstante, también conlleva un importante reto por su estrecha relación en un gran porcentaje de personas con el inicio de deterioro cognitivo y demencias asociadas que provocan un gran impacto tanto en la persona como en sus familiares y en la sociedad.
Además de los tratamientos farmacológicos existen diferentes tratamientos complementarios no farmacológicos también dirigidos al freno del deterioro y al mantenimiento de las funciones preservadas como es la psicoestimulación cognitiva, encontrándose ampliamente demostrado el gran beneficio que aporta en deterioros leves. Sin embargo, en personas con deterioros cognitivos y demencias más avanzadas, este tipo de intervenciones no surten el mismo efecto, ya que su creciente deterioro impide la comprensión y ejecución de las demandas que este tipo de estimulación requiere.
Elvis en una de las actividades de estimulación
No obstante, recientes investigaciones señalan que los programas de Terapia Asistida con Animales sí pueden desempeñar un papel especial en aquellos que sufren demencias más avanzadas.
El vínculo persona- animal es un tipo de relación que existe desde las civilizaciones más primitivas, entre quienes, según plantea el psiquiatra José María Poveda de Agustín, “se producen una serie de comunicaciones que, si se sincronizan y fluyen, suelen ser más sencillas que la comunicación con cualquier otro ser humano”. De este modo, se puede afirmar que los animales tienen la virtud de facilitar los procesos de comunicación, la confianza básica, la concentración y la atención entre las personas. Los efectos son bidireccionales, tanto para la persona usuaria, ya que los animales no juzgan a las personas por su apariencia o enfermedades y ofrecen un amor incondicional haciendo que se sientan seguros y aceptados, como para el animal.
Además, para las personas con demencia, el contacto con un animal aporta una vivencia multisensorial, permite establecer una conexión con la realidad y al mismo tiempo rememorar su infancia y relacionar al animal con otros recuerdos del pasado, especialmente si se mantuvo cercanía con algún animal doméstico en particular, asociando a estos con personas, acontecimientos y lugares relevantes en su vida.
La eficacia de la introducción de un perro como estímulo motivacional en el entorno de psicoestimulación de las personas con demencia está ampliamente estudiada, así como los beneficios cognitivos, físicos, emocionales y sociales que se adquieren.
En el plano emocional, el contacto con animales hace que su entorno sea más placentero y accesible, favoreciendo emociones y sentimientos positivos que potencian su autoestima e incluso inciden en la potenciación del sentido del humor, ya que los animales pueden crear situaciones cómicas, favoreciendo la risa y la alegría compartida, produciendo así un efecto terapéutico y un incremento en la interrelación. Además propician la reducción de síntomas conductuales tan habituales en demencias con estadíos más avanzados como pueden ser la agitación con agresividad física o verbal, delirios, alucinaciones, la ansiedad, la deambulación errática o conductas de aislamiento. A nivel cognitivo, la implicación de un animal resulta un elemento clave a la hora de ayudar a fijar la atención, activar la memoria, potenciar el esfuerzo y aporta un plus de motivación, algo de vital importancia en estas personas. Y a nivel físico, diversos estudios refieren que este tipo de intervención repercute directamente tanto en la salud a corto plazo, como en la recuperación de enfermedades cardiovasculares o en la reducción de la tensión arterial.
Elvis, nuestro co-terapeuta de cuatro patas
Elvis es nuestro perro co-terapeuta en EntreÁlamos, especialista en facilitar la participación en actividades de estimulación a nuestros mayores. Participa en dos grupos de estimulación, acompañando en uno a personas con un envejecimiento activo o con leves deterioros, y en otro grupo a personas que se encuentran en estadíos más avanzados de deterioro y demencias.
En este último grupo, los residentes disfrutan de actividades relacionadas con el cuidado del perro como el acicalamiento, que otorga sentimientos de utilidad y seguridad personal, actividades de psicomotricidad en que, por ejemplo, tratan de encestar diferentes objetos mientras que Elvis les ayuda recogiendo y entregando aquellos que no consiguen introducir en primera instancia, o actividades cognitivas que reparte Elvis con su cesta o peto y que fomentan la cooperación y cohesión del grupo. También Elvis ayuda como motor de reminiscencias espontáneas, provocando en cada sesión que los residentes se abran a compartir recuerdos y hazañas del pasado que tuvieron con sus mascotas.
Los animales facilitan los procesos de comunicación, la confianza básica, la concentración y la atención entre las personas.
Resulta impactante ver el cambio anímico y comportamental que se observa en nuestros residentes entre el antes y el después de una sesión con Elvis. En el grupo de personas con deterioro más avanzado, en que la comprensión puede verse comprometida, resulta difícil que quieran participar en cualquier actividad por su propia iniciativa y voluntad. Incluso en ocasiones, aunque se advierta que estará Elvis en la sesión, refieren no querer participar; decisión que cambia radicalmente cuando éste aparece por la puerta e instantáneamente se dibuja una sonrisa de oreja a oreja en sus caras. Es entonces cuando la sensación de confusión y desesperanza que sostenían se desvanece y da paso a un espacio en el que se despiertan emociones y recuerdos reconfortantes tan importantes como el de identidad y seguridad personal. Pueden ser personas que se encuentran sumidas a un aislamiento socio-personal constante y, sin embargo, una caricia a Elvis les despierta y conecta con su mundo exterior manteniendo estados de felicidad incluso después de la sesión.